miércoles, 17 de diciembre de 2014

~Caperucita y el lobo #003~



En este erial desprovisto de vida los pasos se hacen más pesados cada vez, las huellas son borradas por la incesante nieve que no deja ver más allá, condenado a vagar eternamente en soledad con todo el peso de la vida sobre los hombros aplastando esperanzas y sueños que otrora fueran fuertes y ahora de cristal.

Los cortes en los pies tiñen la nieve de un rojo tan oscuro que parece negro y los fantasmas atormentan aullando en los oídos espoleados por el viento deseando invadir con su locura a un huésped de corazón cada vez más negro. La cordura se apaga con la última luz de poniente y la noche sin sueño termina cayendo.

La oscuridad densa y angustiosa lo envuelve todo, convirtiendo la agonía en una realidad asfixiante y eterna. Flotando en un cosmos extraño y hostil de ausencia, de silencio, un vacío donde los pensamientos más oscuros son repetidos una y otra vez hasta rebosar de desazón y abandono.

Los ojos cerrados, la respiración en paz, esperando el último final, resignación de todo el dolor con la sangre cristalizada en una flor que llevarse a su último y más largo sueño en vida...

Sin embargo todo pasa, la luz cálida cierra las cicatrices de los cortes, el dolor se vuelve menos pesado, el mundo cobra solidez de nuevo...

El lobo se encontraba ante la encarnación de su esperanza, de su dulzura, la niña de sus sueños, su tabla de salvación, arrojando a sus pies una rosa echa con su sangre mientras las blancas y muertas manos se desvanecen de su piel y el color blanco y puro retorna lentamente a su ser.

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