miércoles, 17 de diciembre de 2014

Per infinitum puella felicitatis libertatisque: Etapa 3

A través de la niña libertad y felicidad infinitas: Etapa 3

En este proceso de purificación te hice subir a lo más alto, te golpeé, te traté con dureza, limé cada aspereza que el pasado había dejado sobre tu piel y tu esencia en manos de mi lobo, de mi bestia. En manos del Amo, te enseñé a abrir tu mente y a dejar salir tus pensamientos en la forma de palabras recibiendo una escucha asertiva y atenta, te dejé equivocarte para enseñarte la justicia de mis manos castigándote y la recompensa de mis labios tras el golpe. Caíste sujeta entre mis brazos. 

Ahora en el in crescendo más hermoso con tu alma desnuda e incandescente solo queda inocencia, devoción, entrega y pureza. La niña que reposa dichosa sobre mi pecho duerme en paz con el mundo, en paz consigo misma, abrazando su presente, abrazando su futuro, abrazando a su Daddy.

Es cuando estoy contigo que siento que mis días son ligeros, sencillos, llenos de pequeñas cosas por las que sonreír... como cuando paseamos y me haces preguntas, o cuando mi mano toma la tuya de esa forma tan característica e insustituible. 

Te siento conmigo cuando caminas en silencio unos pocos pasos por detrás situada siempre a mi derecha. A la derecha del padre... como si fuera Dios a tus ojos y te sintieras un corderito manso que sigue a su pastor... los ojos de una niña que mira todo con curiosidad insaciable, con veneración, con respeto, con impaciencia, con obediencia y travesura mezcladas con risas ágiles y sinceras... 

Nunca tuve que castigarte... nunca fue necesario, aunque lo hubiera hecho con la firmeza y el amor de un padre y hubieras aprendido al instante para dejar de llorar y besarme con esos pequeños labios que me hubieran derretido y hecho suspirar con aires de culpa y amor por igual.



Paramos a comprar  chuches y lames una piruleta en silencio mirando de vez en cuando mi sonrisa, apartando la vista con vergüenza pues tienes claro en tu mente que es lo que visualizo, algo que te gusta tanto como te incomoda. Hacemos nuestro el parque de siempre junto al margen del río, sentados en los mismos columpios al abrigo de la noche bajo un manto de estrellas.

Tu pequeño cuerpo se funde con el mío en un sin fin de abrazos, mis manos lo sujetan y lo pervierten con esa dulzura que te hace estremecer, ese amor que cosquillea entre tus piernas enrojeciendo tus mejillas. Y corremos a casa con tus cortos pasos en pos de mis zancadas con el deseo de tomar tu inocencia contra mi sexo ardiendo en mi corazón.

Mis manos recorren lentamente los senderos de blanca piel revelados entre tu vestido y tus medias, se pierden bajo la tela erizando tu ser mientras cierras los ojos y muerdes tus rosados labios anhelando cada caricia, cada beso, cada roce de mi barba contra tu piel haciendo cosquillas...

Mis labios rozan cada centímetro de tu cuerpo mientras mis manos lo desnudan tomándolo con lentitud y paciencia, aprendiendo cada lunar, cada peca, cada cicatriz... En una sucesión de besos suaves, castos, cortos, besos que siguen a un sin fin de besos, besos que humedecen tu pequeño sexo.

Y en nuestro pequeño nido rodeo tu cuerpo con el mío lo escondo y lo atesoro, lo penetro sintiendo como la niña que hay en ti es completamente diferente a la mujer... como su necesidad es más apremiante, su sensibilidad... su forma de abrazar mi endurecido sexo... con tus pequeños pechos rozando la sabana y tu cara escondida en la almohada... con nuestros gemidos envolviéndonos, acelerados, pausados, profundos, intensos...

Mi orgasmo se derrama en tu interior y permanecemos abrazados, tu cuerpo se fusiona con mi piel mientras tu mejilla se apoya en mi pecho y gozamos, nos acallamos, trascendemos, permanecemos y nos pertenecemos purificados y juntos para el resto de nuestros días.




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